El perro egipcio Abuatiu,[1] (AFI: ʔ-bwit-ʔew) también transcrito como Abuatiu (muerto antes del 2280 a. C.),[2] fue uno de los animales domésticos más antiguos de los que se tenga documentación y cuyo nombre es conocido. Se cree que fue un perro guardián real que vivió durante la dinastía VI (2345 a 2181 a. C.), y recibió un elaborado entierro ceremonial en la necrópolis de Guiza, por órdenes de un faraón cuyo nombre se desconoce.
Una inscripción en piedra de una lápida que lista las ofrendas del faraón para el funeral de Abuatiu fue descubierta por el egiptólogo George A. Reisner en octubre de 1935. Al parecer fue parte del material spolia incorporado a la estructura de una mastaba (tumba faraónica de la época) de la dinastía VI después de la demolición de la capilla funeraria perteneciente al dueño de Abuatiu, donde probablemente había estado instalada la piedra originalmente. La lápida de piedra caliza blanca mide 54.2×28.2×23.2 cm. La inscripción se compone de diez filas verticales de jeroglíficos, separados por líneas verticales.
Abuatiu parece haber sido un lebrel, un perro de caza con cuerpo similar al de un galgo, orejas erguidas y cola rizada. La tumba en la que se descubrió su lápida se encuentra en el Cementerio G 2100, cerca de la parte occidental de la Gran Pirámide de Guiza (Pirámide de Jufu/Keops).