Bu-Ba-Bu es un grupo de performance literaria fundado el 17 de abril de 1985 en Lviv por tres escritores ucranianos Yurii Andrujovich, Viktor Neborak y Oleksandr Irvanets.[1] Las tres sílabas del grupo significan "burlesque, balagan y buffonada".[2] La idea detrás de la formación del grupo era con el fin de presentar una interpretación carnavalesca de los acontecimientos en Ucrania.
La primera velada pública de Bu-Ba-Bu tuvo lugar a finales de 1987 en Kyiv. El periodo de mayor actividad de Bu-Ba-Bu (23 veladas poéticas de concierto) fue de 1987 a 1991.
La apoteosis de Bu-Ba-Bu fue el festival Vyvykh-92 de 1992 (festival juvenil de cultura alternativa y géneros artísticos no tradicionales de Lviv). Lo más brillante del festival fueron cuatro representaciones del 1 al 4 de octubre de 1992, ópera poética Chrysler Imperial [3] de Bu-Ba-Bu (dirigida por S. Proskurnia).[4]
En 1995, el primer libro conjunto de bubabistas Bu-Ba-Bu. T.v.o.[...]ry se imprimió en la editorial "Kamenyar".
En 1996, el proyecto de impresión Chrysler Imperial (Jueves-6) puso fin efectivamente al "período dinámico" de la existencia de Bu-Ba-Bu.
La agrupación literaria se convirtió en la encarnación del pensamiento carnavalesco neobarroco inherente a la cultura metahistórica carnavalesca de la humanidad. El fundamento social del carnaval metahistórico en Ucrania fue el síndrome de fractura masiva subconsciente que acompañó al colapso del imperio y causó dos componentes metapsíquicos: depresión social y reflexión risueña carnavalesca masiva sobre el cataclismo del sistema.[5] La obra de los miembros de Bu-Ba-Bu dentro del propio grupo literario se convirtió en una respuesta artística situacional y conceptual a la reflexión social. Bu-Ba-Bu fundó su propia Academia.
El teatro, que intentó crear el grupo de verano "Bu-Ba-Bu", se basaba en la destrucción chocante de las normas de la poesía tradicional.[6] Esto se concretó en el desarrollo de temas poéticos tabú, el uso de blasfemias, el destrozo estilístico. Las reacciones de los lectores oscilaban entre el rechazo categórico y los comentarios entusiastas, pero ni los partidarios del grupo ni sus enemigos se daban cuenta de que estaban participando en una especie de juego y de que no estaban jugando, sino que les estaban tomando el pelo.