El Neoevolucionismo es una teoría social que trata de explicar la evolución de las sociedades recurriendo a Charles Darwin y la teoría de la evolución, aunque descarta algunos dogmas del antiguo evolucionismo social y cultural. El neoevolucionismo se ocupa de la evolución del cambio social y de los patrones normales del desarrollo que pueden ser vistos en relación con la cultura.
El neoevolucionismo surgió en la década de 1930. Se desarrolló ampliamente en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y se incorporó a la antropología, así como a las demás ciencias sociales y humanas, en la década de 1960.
Sus teorías se basan en la evidencia empírica de campo como la arqueología, la paleontología y la historiografía. Los defensores dicen que el neoevolucionismo es objetivo y simplemente descriptivo, eliminando cualquier referencia a un sistema moral o cultural de los valores.
Mientras que el viejo evolucionismo social (hoy desfasado) del siglo XIX, explicó cómo la cultura se desarrolla dando principios generales de su proceso evolutivo, luego dicho evolucionismo social fue desestimado por el particularismo histórico en el siglo XX. Fueron los pensadores neoevolucionistas quienes trajeron de vuelta el pensamiento evolucionista y lo actualizaron para que sea aceptable en la antropología contemporánea.
El neoevolucionismo descarta muchas de las ideas del evolucionismo social clásica, a saber, la de progreso social, tan dominante en las teorías relacionadas con la evolución. Entonces si el neoevolucionismo descarta al determinismo e introduce la probabilidad, con el argumento de que los accidentes y conexión tendrán mucho impacto en el proceso de evolución social. También es compatible con la historia contrafactual, preguntando '¿qué pasaría si?' y teniendo en cuenta los diferentes caminos posibles que la evolución social puede (o podría haber) tomadas, y de este modo permite que el hecho de que diferentes culturas pueden desarrollarse en varias maneras, algunas saltarse etapas enteras, otras han pasado a través. El neoevolucionismo subraya la importancia de la evidencia empírica. Mientras que el antiguo evolucionismo del siglo XIX utilizaba el juicio de valor y los supuestos para la interpretación de los datos; el neoevolucionismo se basó en información cuantificable para analizar el proceso de la evolución cultural.