En química orgánica, los organofosfatos, organofosforados, también conocidos como ésteres de fosfato u OPE, son una clase de compuestos organofosforados con la estructura general O=P(OR)3, una molécula central de fosfato con sustituyentes alquílicos o aromáticos.[1] Pueden considerarse ésteres del ácido fosfórico. Los organofosforados son más conocidos por su uso como pesticidas.
Al igual que la mayoría de los grupos funcionales, los organofosforados se presentan en una amplia gama de formas,[2] con ejemplos importantes que incluyen biomoléculas clave como ADN, ARN y ATP, así como muchos insecticidas, herbicidas, agentes nerviosos, retardantes de llama, plastificantes y aditivos de rendimiento para aceite de motor. El bajo costo de producción y la compatibilidad con diversos polímeros hicieron que los OPE se utilizaran ampliamente en la industria, incluida la textil, la del mueble y la electrónica. Estos compuestos se agregan al producto final físicamente en lugar de mediante un enlace químico.[3] Debido a esto, los OPE se filtran al medio ambiente con mayor facilidad a través de la volatilización, la lixiviación y la abrasión.[4] Se han detectado OPE en diversos compartimentos ambientales, como muestras de aire, polvo, agua, sedimentos, suelo y biota, con mayor frecuencia y concentración.[1][4]
La popularidad de los OPE como retardantes de llama surgió como un sustituto de los retardantes de llama bromados, altamente regulados.[5]
La Segunda Guerra Mundial trajo aparejada una gran revolución de la industria química. En dicho marco aparecieron los organofosforados como desarrollo exclusivamente militar (gases neurotóxicos) y luego de la guerra, con un amplio uso agrícola. Así aparecieron en los 50's el paratión y el malatión, organofosforados que se consolidaron como insecticidas principalmente agrícolas y su uso se incrementó enormemente con la prohibición del uso de los organoclorados.