El secado es un método de conservación de alimentos, consiste en extraer el agua de estos, lo que inhibe la proliferación de microorganismos y dificulta la putrefacción. El secado de alimentos mediante el sol y el viento para evitar su deterioro ha sido practicado desde la antigüedad. El agua suele eliminarse por evaporación (secado al aire, al sol, ahumado o al viento) pero, en el caso de la liofilización, los alimentos se congelan en primer lugar y luego se elimina el agua por sublimación[1]. La criodesecación atmosférica es una técnica antigua, empleada por los incas y vikingos, en la se utilizaba las bajas temperaturas para deshidratar por sublimación un alimento[2].
Las bacterias, levaduras y hongos necesitan agua en el alimento para crecer. El secado les impide efectivamente vivir en él.