La batalla del Helesponto es el nombre de dos combates navales librados consecutivamente en julio de 324, entre la armada del emperador romano Constantino el Grande, liderada por su primogénito Crispo, y la flota del coemperador Licinio, al mando del almirante Abanto (o Amando). Crispo, a pesar de encontrarse en inferioridad numérica, logró aprovechar la estrecha topografía del Helesponto, consiguiendo hundir un gran número de embarcaciones de la desordenada flota de Abanto, quien reorganizó sus efectivos y al siguiente día trabó un nuevo combate contra la armada constantiniana. Sin embargo, una tempestad arrasó gran parte de los navíos licinianos, llevando a Crispo a una abrumadora victoria.
Este oportuno triunfo permitió a Constantino proseguir con el sitio que venía realizando a la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía). Ante el fuerte asedio y viendo su flota perdida, Licinio se vio obligado a huir a través del estrecho en dirección de Anatolia, en donde reagrupó a los remanentes de sus huestes, como última tentativa para detener a su rival. Sin embargo, las fuerzas licinianas serían derrotadas decisivamente en la batalla de Crisópolis, la cual puso fin a las guerras civiles de la tetrarquía, y establecería a Constantino como gobernante único.