La carta astral, también llamada, mapa natal, radix, o natividad, es una pseudociencia que aduce la capacidad de determinar rasgos en la personalidad de una persona basado en las posiciones de los astros al nacer.[1] Para ello, se crea un diagrama usado por los astrólogos que representa, desde una perspectiva geocéntrica (es decir, negando el heliocentrismo ya establecido más allá de toda duda), las posiciones planetarias en signos y las casas astrológicas que ocuparon en determinado lugar (latitud y longitud) y tiempo (hora sidérea local) en relación con la fecha de nacimiento de cada persona, con la finalidad de realizar, bajo un cierto número de técnicas,[2] pseudointerpretaciones psicológicas (basadas en el Efecto Forer) o incluso predecir el futuro del consultante. Establece arbitrariamente doce signos zodiacales de igual duración, pese a que el Sol, desde la perspectiva geocéntrica, pasa por trece de las constelaciones occidentales (se le niega valor a las constelaciones de otras culturas) y con una duración dispar.[3] En rigor, no hay un consenso entre astrólogos sobre una única forma de trasladar la información de los astros a la vida de las personas, por lo que las predicciones de distintos astrólogos pueden contradecirse mutuamente. Presupone un nivel de fatalismo, por el cual una persona no podría librarse de sus rasgos psicológicos o de ciertas tendencias futuras. Al contrario, la psicología moderna considera la personalidad como algo dinámico. También asume, sin proveer demostración más que anecdótica, que dos personas nacidas bajo las mismas influencias, tendrán rasgos comunes entre sí.