El dativo (griego clásico: δοτική πτῶσις; griego moderno: δοτική πτώση; latín: Dativus; también llamado tercer caso en filología clásica) es un caso gramatical, es decir, una de las formas de flexión de los nombres, adjetivos y pronombres en las lenguas que los declinan, siendo la declinación de estas palabras el equivalente a la modificación de los verbos en las lenguas que los conjugan.
El dativo se puede aplicar a sustantivos, adjetivos y pronombres, y marca típicamente el complemento indirecto, por lo que sirve para expresar la persona o cosa que recibe el beneficio o perjuicio indirecto de la acción verbal. En español, este complemento responde a las preguntas: «¿a quién?» o «¿para quién?», formuladas al verbo. Por ejemplo: El niño escribe una carta a su padre. Además existen otros usos del dativo, como el de posesión, que se daba por ejemplo en latín vulgar y, en menor medida, en latín clásico.
Su nombre viene del latín dativus, del verbo dare, dar.
El uso del dativo era común entre las primeras lenguas indoeuropeas y continúa siendo usado en numerosas lenguas de esta familia, como las eslavas, las bálticas y las germanas, entre otras. Además, hay lenguas no indoeuropeas que también emplean este caso con formas similares. Por ejemplo las lenguas ugrofinesas, el Idioma navajo y el japonés.
En español los nombres no se declinan por caso, solo por género y número, y solo queda un residuo de flexión para el dativo en los pronombres personales de tercera persona: está aún morfológicamente marcado en los pronombres le y les, que indican en la mayoría de los dialectos el objeto indirecto: Yo le vi las orejas (a él o a ella), Yo les di de comer (a ellos o ellas). No obstante, en varios dialectos del español hay usos no estándar de estos pronombres y de los de objeto directo (lo, la, los, las). (Véase leísmo).