El cine experimental es un arte visual que amplía y desplaza los límites del lenguaje audiovisual y del cine narrativo convencional que tradicionalmente se habían estructurado alrededor de un relato argumental respetando el armazón del guion y que utiliza nuevos recursos para expresar y hacer sentir emociones, experiencias, sentimientos y concepciones del mundo al espectador. En muchas obras de cine experimental, por lo tanto, aquello narrativo cede ante los experimentos de tipo formal, siendo frecuente el uso de efectos plásticos o rítmicos ligados al tratamiento de la imagen y el sonido. Por consiguiente, se trata de un método de producción cinematográfico que modifica rigurosamente las convenciones fílmicas y explora alternativas para las formas de trabajo tradicionales.[1] Muchas películas experimentales, especialmente las primerizas, se relacionan con artes de otras disciplinas como la pintura, la danza, la literatura y la poesía,[2] y surgen de la investigación y del desarrollo de nuevos recursos técnicos.[3]
El cine experimental es un arte al margen de la industria y del sistema comercial y, por lo tanto, no acostumbra a estar relacionado con grandes empresas ni se dirige a un público amplio, sino específico y minoritario, y que comparte el interés por productos que se podrían calificar —sin intención peyorativa— como marginales, o también llamados "de culto". De hecho, aunque algunas películas experimentales se hayan distribuido a través de canales convencionales o incluso se hayan realizado en estudios comerciales, la gran mayoría se han producido con presupuestos muy bajos con un equipo mínimo o con una sola persona y se han autofinanciado o se les ha apoyado mediante pequeñas subvenciones.[4]
El objetivo de la realización de filmes experimentales es generalmente representar la visión personal de un artista o promover el interés para las nuevas tecnologías, en vez de entretener o generar ingresos, como es el caso de las películas comerciales.[5]