Evangelio | |||||
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Representación de los evangelistas | |||||
Tema(s) | Jesús de Nazaret | ||||
Idioma | Arameo y griego antiguo | ||||
Contenido | |||||
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Nuevo Testamento | |||||
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El Evangelio (del latín evangelĭum, y este del griego εὐαγγέλιον [euangelion], «buena noticia», propiamente de las palabras εύ, «bien», y -αγγέλιον, «mensaje») es la narración de la vida y palabras de Jesucristo, de la buena noticia, del cumplimiento de la promesa hecha por Dios.[1]
En un sentido más particular, los evangelios son escritos de los primeros cristianos que recogen las primigenias predicaciones de los discípulos de Jesús de Nazaret, el núcleo central de cuyo mensaje es la muerte y la resurrección de Jesús. El Nuevo Testamento de la Biblia cristiana incluye cuatro evangelios, que se denominan canónicos porque se reconocen como parte de la Revelación por las diferentes confesiones cristianas.
Se conocen con el nombre de los autores que se les asignó a mediados del siglo II: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Hoy se siguen usando dichos nombres por facilidad, aunque los historiadores dudan que fuesen los autores reales.[2]
La mayoría de los expertos consideran que estos cuatro evangelios se escribieron entre los años 65 y 100 d. C., aunque otros proponen fechas más tempranas [3][4]o más tardías.
Existen otros relatos de la vida y de las palabras de Jesucristo, conocidos como evangelios apócrifos, que no se reconocen como canónicos por las iglesias cristianas actuales, aunque sí se consideraron «escritura» por algunas de las facciones en que se dividió el cristianismo durante los primeros siglos de su historia. En particular, la corriente gnóstica aportó la mayor parte de estos textos, así como las comunidades judeocristianas. Este último es el caso del evangelio de los hebreos y el evangelio secreto de Marcos, que diversos autores (como Morton Smith) datan como contemporáneos de los evangelios canónicos y aun como fuente de algunos de estos. Debido a este tipo de debates, hay autores que prefieren hablar de «evangelios extracanónicos», en vez de «apócrifos», para evitar un término que implica a priori la falsedad de los textos. El evangelio de Tomás incluso está datado por algunos expertos en el año 50 d. C., hipótesis que lo convertiría en el más antiguo conocido.[5][6][7]