Gran China, región de Gran China o, simplemente, China,[1][2][3] es una región cultural que se extiende por gran parte de Asia Oriental, donde se encuentra una de las civilizaciones más antiguas y con mayor población del mundo, organizada en una serie de entidades políticas que tienen continuidad desde el siglo VI a. C..[4][5][6] El alcance puede variar en cuanto a las regiones geográficas a las que engloba.
En términos generales, actualmente abarca la China continental, las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, y una serie de islas entre las que se destaca Taiwán.[7] Limita con otras áreas culturales asiáticas como la India, el Sudeste Asiático, Mongolia, Rusia, Corea y Japón, así como con las culturas instaladas en Oceanía.
La presencia humana en la región se remonta a entre 300 000 y 550 000 años atrás, referenciada en uno de los primeros especímenes del homo erectus, conocido como el hombre de Pekín. Posee el sistema de escritura de uso continuo más antiguo[6] y es lugar de numerosos inventos y desarrollos tecnológico-culturales de gran impacto en la cultura humana moderna, como el papel, la universidad, las enciclopedias, la hidrología, la brújula, la pólvora, la filosofía, técnicas militares, el papel moneda, la tinta china, la navegación oceánica y la imprenta. Históricamente, la esfera cultural y comercial de China se ha extendido a través de Asia, hasta alcanzar África y Europa, destacándose el sistema de comunicaciones conocido como la Ruta de la Seda. Sus creencias, costumbres y sistemas de escritura fueron adoptados en diversos grados por sus vecinos tales como Japón, Corea y Vietnam.
La última guerra civil (finalizada en 1949) condujo a la aparición de dos entidades políticas que utilizan el nombre "China": La República Popular China, con unos 1400 millones de habitantes y soberanía efectiva en la casi totalidad de la región, y la denominada República de China, con unos 23 millones de habitantes y control efectivo de las islas de Taiwán, Pescadores, Kinmen y Matsu. Desde 1971 las Naciones Unidas reconocen exclusivamente a la República Popular China, que reclama el territorio controlado por Taiwán como propio.