Libertino y libertinaje, en arte y literatura, definen la «conducta desenfrenada en las obras o en las palabras», y por lo general asociada a los placeres y los caprichos.[1] Como personaje tipo ha sido frecuente en la narrativa, la dramaturgia y la filosofía, dando cuerpo a diversos modelos de depravación, promiscuidad y hedonismo, o al cortesano y el filósofo escéptico o pirrónico del siglo xviii. Algunos contextos llegan a relacionar al libertino con el nihilista más descreído.[2] En castellano, libertino proviene del latín libertīnus que significa «hijo del liberto»; es decir, el hijo de un esclavo romano que había comprado la libertad a su patrón.[3]
En el contexto histórico de este personaje tipo en la literatura y el idioma inglés, el término se aplicaba a un hombre habituado a conductas inmorales, en particular uno dedicado a andar detrás de las mujeres. A menudo, era pródigo[4] y derrochaba su fortuna (generalmente heredada) en el juego, el vino, las mujeres y las canciones, contrayendo cuantiosas deudas.
Desde el punto de vista social, se considera libertinaje, cuando una persona deja por completo de lado los prejuicios (constructos de la sociedad y la cultura) y ejerce una libertad total; independientemente de lo que dicte la ley y las instituciones en esa sociedad.