Un linchamiento es la ejecución tumultuaria y sin proceso de un sospechoso o un reo, habitualmente precedida de un arresto ciudadano, con la intención de aplicar la justicia más pronta y directamente sin esperar a formular un proceso legal, ni siquiera uno sumarísimo, y, por tanto, prescindiendo de la autoridad legal establecida, de los derechos humanos y de las garantías del habeas corpus. Se encuentra entre los tipos de ejecución extrajudicial, ilegales, inhumanos, o criminales.
Es un acto que se suele producir de forma espontánea por motivos sociológicos concretos, normalmente por la conmoción social de un delito concreto. En EE. UU., por ejemplo, el 75 % de los linchamientos entre 1880 y 1970 fueron por homicidio (41 %), violación o su intento (25 %), robo y asalto (5 %) y agresión física criminal (4 %).[1] Sin embargo, también puede producirse por otros motivos. El procedimiento de ejecución elegido suele ser muy violento y con frecuencia precedido de torturas: apaleamiento, ahorcamiento, etc.
En países en desarrollo se produce ocasionalmente tanto en el medio rural como el urbano. Se ha tratado de concienciar el Estado de Derecho, debido a que algunos son planeados por grupos de interés o producto de acusaciones falsas.