Nobiles (en singular nobilis –bien conocido, famoso, renombrado, excelente, superior, espléndido, de alta cuna–, de gnobilis, y este de gnoscere –conocer–) eran los pertenecientes a una de las divisiones sociales de la Antigua Roma. La denominación de su condición era nobilitas. Las palabras castellanas "noble" y "nobleza" derivan de estas palabras latinas.[1] En la República romana era un término descriptivo del rango social elevado de una familia romana, vinculado al hecho de que uno de sus miembros había alcanzado el consulado, magistratura inicialmente restringida a los patricios; aunque a medida que algunos plebeyos la alcanzaron, también introdujeron a sus familias en tal condición.
Ese ennoblecimiento o transición a la nobleza se identificaba con el ascenso de un individuo excepcional: un homo novus ("hombre nuevo" –en plural, los homines novi–), como Cayo Mario o Marco Tulio Cicerón. Salustio presentó a Mario como el principal responsable de la ruptura del monopolio de hecho que las familias optimates (en torno a los Cecilio Metelo) habían tenido sobre la nobilitas desde el siglo II a. C. en perjuicio de los populares.[2] La historiografía moderna interpreta esta revolución social no tanto como la presión de los homines novi sobre los antiguos nobiles, sino como el resultado de la lucha de poder entre las propias familias senatoriales, que terminaría por convertir la condición nobiliar en un anacronismo con la crisis final de la República y el establecimiento del Principado, cuando es el emperador el que decide la nobleza de una familia.[3]