El olfato (del latínolfactus) es el sentido encargado de detectar y procesar los olores.[1] Se ha definido el olfato como un sentido químico en el que actúan como estimulantes, las partículas aromáticas u odoríferas desprendidas de los cuerpos volátiles que a través del aire aspirado, entran en contacto con el epitelio olfativo situado en el humano en la profundidad de las fosas nasales, detrás de la nariz.[2]
Los glomérulos agrupan las señales de estos receptores y las transmiten al bulbo olfatorio, donde la entrada sensorial comenzará a interactuar con las partes del cerebro responsables de la identificación olfativa, la memoria y la emoción.[3]