El pan de muerto es un pan dulce mexicano típico del Día de Muertos (1 y 2 de noviembre). Contiene harina de trigo, leche, huevo, levadura, azúcar, sal, mantequilla y frecuentemente se aromatiza con un toque de anís y naranja (tanto agua de azahar como ralladura).[1][2] Es uno de los elementos tradicionales que se colocan en el altar de muertos,[3] para honrar y recordar a los seres queridos que han fallecido.
El pan de muerto se puede encontrar en muchos tamaños y formas según el lugar, pero la forma arquetípica y más comercial es pequeña y redonda, decorado con dos «huesitos» cruzados (piezas alargadas de masa que representan los huesos). También se pueden preparar con formas humanas y animales.[4] Una vez horneado el pan, la superficie se cubre con azúcar blanca, o azúcar y canela, o bien con ajonjolí. A veces, este azúcar se tiñe de rojo para emular la sangre.[4] Resulta en un pan de miga esponjosa, tierna y apenas alveolada, y una corteza suave pero muy dorada. Un derivado similar es el pan de huevo o de yema de Oaxaca. Aproximadamente ocho de cada diez casas mexicanas adquiere este pan el 1 y 2 de noviembre.[5]