El Reino de Saba o Sabá (o Shebá: en árabe سبأ, en hebreo שבא, quizá "siete" o "juramento")[1] es mencionando en el Antiguo Testamento y en el Corán como un reino muy rico, conocido a través de Makeda, la célebre Reina de Saba, que habría visitado al Rey Salomón. La extensión real de este reino es desconocida. Hay hipótesis que señalan que se encontraba en el sur de la península arábiga (actual Yemen),[2] otros creen que estaba en el Cuerno de África (actual Somalía) e incluso también se considera que el reino abarcaba ambas zonas (Cuerno de África y parte de la península arábiga). Puede que también se haya confundido con el reino de Aksum que, de hecho, tenía su capital en la actual Etiopía y fue muy próspero y conocido con posterioridad.[3]
El templo más antiguo de la península arábiga, llamado Mahram Bilqis, o palacio de la Reina de Saba, se encontraba en Marib, al sur del actual Yemen.[4] Esta ciudad, que fue construida durante el segundo milenio a. C.,[5] se cree que fue la capital del reino. Ubicada en una situación estratégica, Saba floreció a través del comercio de mercaderías, tanto de Asia como de África, incluyendo el café de la región etíope de Kefa.[6]
Aparentemente Saba era una sociedad matriarcal en la que el poder político era pasado a los descendientes monárquicos por vía femenina.[7] Probablemente, la población de Saba fue una mezcla de pueblos africanos (como los janjeros de Etiopía) y de Arabia (como los yemeníes) y, de hecho, estudios lingüísticos recientes indican que las lenguas semíticas de Medio Oriente pudieron haberse originado a partir de lenguas antiguas de Etiopía. Por otro lado, en el África oriental es posible encontrar muchos grupos étnicos con tradición matriarcal.[8][9]