Las vitaminas (del inglés vitamine, hoy vitamin, y este del latín vita ‘vida’ y el sufijo amina, término acuñado por el bioquímico Casimir Funk en 1912)[1] son moléculas orgánicas imprescindibles para los seres vivos en forma de micronutrientes, ya que al ingerirlos en la dieta de forma equilibrada y en dosis esenciales, promueven el correcto funcionamiento fisiológico y del metabolismo. La mayoría de las vitaminas esenciales no pueden ser sintetizadas por el organismo,[2] por lo que este no puede obtenerlas más que de manera externa a través de la ingesta equilibrada de alimentos naturales que las contienen. Las vitaminas son nutrientes que, junto con otros elementos nutricionales, actúan como catalizadoras de todos los procesos fisiológicos directa e indirectamente.
Las vitaminas son nutrientes orgánicos que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades para funcionar, crecer y desarrollarse. Son esenciales para prácticamente todos los procesos químicos del cuerpo, como la digestión, la eliminación de residuos, el crecimiento y la regulación celular. [2]
Los requisitos mínimos diarios de las vitaminas no son muy altos. Se necesitan tan solo dosis de miligramos o microgramos contenidas en grandes cantidades (proporcionalmente hablando) de alimentos naturales. Tanto la deficiencia como el exceso de los niveles vitamínicos corporales pueden producir enfermedades que van desde leves a graves e incluso muy graves como la pelagra o la demencia entre otras, e incluso la muerte.
Existen 13 vitaminas que se clasifican en 9 hidrosolubles o que se pueden disolver en agua y por lo tanto son fácilmente excretados por la orina (8 vitaminas del complejo B y la vitamina C) y en 4 liposolubles o que se disuelven en lípidos y que se absorben en el tracto gastrointestinal (vitaminas A, D, E y K). Algunos autores también añaden a la colina como una decimocuarta vitamina. Hay algunos compuestos antinutrientes que interfieren con la absorción de vitaminas, tal es el caso de la avidina, una proteína presente en la clara de huevos crudos que se inactiva con la cocción y que impide la absorción de la biotina.
Las vitaminas tienen varias funciones metabólicas y son consideradas biocatalizadores desde el punto de vista bioquímico. Algunas, como la vitamina D, tienen funciones similares a las hormonas en la regulación del metabolismo de minerales para los huesos, el crecimiento celular y la diferenciación celular de tejidos. Otras, como la vitamina E o C, actúan como antioxidantes. Las vitaminas del complejo B, el grupo más grande de vitaminas, funcionan como precursoras de cofactores enzimáticos, que ayudan a las enzimas en su función de catálisis metabólica, esto significa que la molécula de la vitamina, con un pequeño cambio en su estructura, pasa a ser la molécula activa. En esta función, las vitaminas pueden unirse estrechamente a las enzimas como parte de grupos prostéticos. Por ejemplo, la biotina forma parte de las enzimas implicadas en la producción de ácidos grasos. También pueden unirse, con menos firmeza, a catalizadores enzimáticos como las coenzimas, moléculas no enlazables que transportan grupos químicos o electrones entre moléculas. A modo de ejemplo, el ácido fólico puede transportar grupos metilo, aldehído y metileno en las células. Aunque estas funciones de asistencia a las reacciones enzimáticas son las más conocidas, las demás funciones son igualmente importantes.
Tanto la deficiencia de vitaminas que se denomina hipovitaminosis como el nivel excesivo de vitaminas denominado hipervitaminosis tienen consecuencias negativas en el organismo. Está demostrado que las vitaminas del grupo B son imprescindibles para el correcto funcionamiento del cerebro y el metabolismo corporal. Este grupo es hidrosoluble (solubles en agua), debido a esto son eliminadas principalmente por la orina, lo cual hace que para evitar su carencia sea necesaria la ingesta diaria y constante de todas las vitaminas del complejo “B” (contenidas en los alimentos naturales). Por otro lado, las vitaminas liposolubles se almacenan fácilmente en el cuerpo, por lo que es importante no exceder la ingesta diaria recomendada de estas para evitar efectos tóxicos.
Todas las vitaminas se descubrieron en la primera mitad del siglo XX y hasta entonces, las vitaminas solo se obtenían a través de los alimentos, por lo que los cambios en la dieta podían alterar el tipo y la cantidad de vitaminas ingeridas. A partir de la década de los 50, las vitaminas empezaron a ser sintetizadas químicamente en masa para su comercialización, por lo que en la actualidad hay una amplia cantidad de suplementos vitamínicos que a veces se combinan con otros nutrientes esenciales como los minerales en forma de complementos dietéticos para sustituir las deficiencias en la dieta como por ejemplo la deficiencia de vitamina B12 en personas que siguen un régimen alimenticio vegetariano y vegano. Además, algunos gobiernos han ordenado la adición de algunas vitaminas a alimentos básicos como la harina o la leche, lo cual se conoce como fortificación de alimentos, para prevenir deficiencias en la población.