El aquelarre (del euskera akelarre; propiamente: 'prado del macho cabrío') o sabbat [2] es la forma genérica de denominar a la agrupación o reunión de brujas para la realización de rituales y hechizos, bien como creencia religiosa precristiana o neopagana, o bien aceptado en escritos cristianos como actos de invocación y adoración a Lucifer. Este término tiene su origen en la palabra vasca «akelarre», que significa "prado del macho cabrío". También se emplea ampliamente en las obras de ficción y fantasía para definir a los clanes o grupos brujescos que se juntan para efectuar ceremonias mágicas y encantamientos, tanto benévolos como maléficos.[3][4][5][6]
Tanto el diccionario de Espasa como el de Santillana, así como la enciclopedia Larousse, definen la palabra simplemente como una congregación de brujas y brujos,[7][8][9] mientras que el Diccionario de la lengua española acepta únicamente el término como reunión nocturna de brujas y brujos presidida por Satanás, que generalmente se presenta en forma de macho cabrío,[10] acepción coincidente con la veneración diabólica aportada desde el cristianismo.[6] Si bien miles de personas fueron ajusticiadas bajo la acusación de haber participado en estos encuentros luciferinos, solo han llegado hasta nosotros las actas acusatorias; no han sobrevivido pruebas de que estas reuniones realmente se hayan realizado. No obstante, y de seguir con la teoría que insiste en la veracidad de este tipo de sabbats o aquelarres, su época de apogeo parece haber tenido lugar entre fines de la Edad Media hasta el siglo XVIII.
A partir del siglo XIX, muchas brujas, médiums y sacerdotisas emplearon la palabra coven (en español: "cofradía de brujas") para organizar sus encuentros en vez de aquelarre. Se suponía que la palabra coven era una palabra mágica que potenciaba las reuniones y protegía a sus miembros. Según grimorios de la época, esta palabra fue dada a las brujas por un ser mágico que se comunicaba con Sarah Stewart Watson. Luego, estos textos y libros de alta magia pasarían a manos de Gerald Gardner, quien fundaría la wicca en el siglo XX. Fueron seguidores de Gardner quienes volvieron a utilizarla, sacándola del olvido para exponerla como palabra clave de la wicca moderna.[cita requerida]