La cosecha es un proceso agrícola que consiste en recoger los productos vegetales comestibles, que pueden ser frutos, semillas u hortalizas de los campos, en la época del año en que están maduros.[1] La cosecha marca el final del crecimiento de una estación o el final del ciclo de un fruto en particular. El término cosechar, en su uso general, incluye también las acciones posteriores a la recolección del fruto propiamente dicho, tales como la limpieza, clasificación y embalado de lo recolectado, hasta su almacenamiento y su envío al mercado de venta al por mayor o al consumidor.
La sincronización de plantación y cosecha es una decisión crítica, que depende del equilibrio entre las posibles condiciones atmosféricas y el grado de madurez de la cosecha. Las condiciones meteorológicas tales como heladas o períodos fríos y calientes fuera de temporada pueden afectar a la producción y calidad. Por ejemplo, una cosecha más temprana puede evitar las condiciones perjudiciales de estos períodos, pero da lugar a una producción más pobre en cantidad y calidad. Aplazarla, podría redundar en mayor cantidad y calidad, pero haría más probable la exposición a condiciones climatológicas no deseadas. En general, acertar la fecha ideal de la cosecha tiene su parte de juego de azar.
En granjas más pequeñas donde la mecanización es mínima, la cosecha es el trabajo manual más intenso durante la época de recolección. La cosecha ha sido manual durante mucho tiempo y, en la mayoría de los casos, requerían una mano de obra abundante y estacional, lo que favoreció el desarrollo de una solidaridad necesaria en el campo para movilizar todas las manos disponibles a nivel de comunidad. A menudo, la cosecha requería varias operaciones repartidas en el tiempo: por ejemplo, en el caso de los cereales, antiguamente el trigo se cortaba y luego se ataba en gavillas que luego se apilaban para completar el secado. Mediante trillos luego se recogían en la era. Durante el siglo XX, la mecanización se desarrolló considerablemente en los países industrializados, dando lugar a máquinas cada vez más sofisticadas. Se trata de máquinas cada vez más autopropulsadas que combinan varias operaciones en una sola pasada, en detrimento del empleo agrícola que no ha dejado de disminuir desde la revolución industrial. En granjas grandes y mecanizadas es en esta época cuando se utiliza la maquinaria más pesada y sofisticada como la cosechadora. Para la recolección de futas y similares, también se utilizan equipos de recolección especializados que utilizan cintas transportadoras para realizar una cosecha delicada y para el transporte masivo, facilitando grandemente la tarea manual de elegir cada fruto a mano.[2]