Cultura de Rusia

Huevo de Fabergé.
bailarinas rusas con trajes tradicionales

La cultura rusa es un híbrido generado a partir de las costumbres propias de tantas civilizaciones, que conformaron a este país multicultural y el resultado de su desarrollo durante varios siglos en la Segunda Guerra Mundial, y otras guerras por territorio. Estando fuertemente arraigada a la cultura de los primeros eslavos orientales.

Por los años 1890, una nueva forma de arte tuvo auge, la Vanguardia rusa. Sin embargo, se desarrolló dentro del régimen soviético cuando el gobierno tomó control de toda actividad artística.

La política de la URSS respecto a la cultura, fue controvertida: por un lado, hubo el deseo (motivado políticamente) de crear un pueblo exclusivamente "soviético", expresado en la noción de la cultura soviética y ejemplificado por el Realismo socialista. Por otro lado, hubo campañas recurrentes de preservación de las culturas nacionales: cada etnicidad tenía a sus propios "grandes escritores autóctonos" y las prácticas culturales folklóricas fueron oficialmente apoyadas.

La cultura contemporánea rusa tiene sus raíces en el legado del régimen soviético. La Unión Soviética, heredera a su vez del Imperio ruso que logró el control de la mayor parte del territorio euroasiático durante cientos de años, con su vasta burocracia, su economía centralistamente administrada, y el mayor ejército del mundo, parecía a los observadores exteriores profundamente resistente al cambio hasta poco antes de la disolución. Bajo la propaganda oficial, en cualquier caso, interesada en las tradiciones presoviéticas y las maneras de hacer de Occidente, creció durante el llamado "período de estancamiento".

Rusia heredó de la Unión Soviética un diverso legado cultural. A lo largo de la Unión Soviética, intelectuales, artistas y profesores preservaron cientos de herencias culturales y lenguas nacionales. Incluso en los años más represivos del estalinismo, la vida privada sobrevivió —y dura hasta hoy en día— formada por fuertes familias y lazos de amistad. Así que también lo hizo el legado de la era zarista por medio de las obras clásicas del arte y la literatura pre-revolucionarias que generaciones de escolares y universitarios soviéticos fueron enseñados a estudiar y respetar.

El imperativo de proveer al régimen soviético de poderosos científicos y capacidad tecnológica también requería que el régimen aceptara un cierto nivel de apertura a las influencies exteriores: los intercambios científicos y culturales de gente e ideas mantuvieron canales abiertos mediante los cuales se filtraban en la Unión Soviética las diversas influencias del mundo exterior y especialmente de Occidente. Como la maquinaria del régimen comunista para formar valores públicos y reforzar el gobierno del PCUS (grupos de juventud, medios de comunicación, y educación partidista en los puestos de trabajo) se desarrolló de modo cada vez más ineficiente tras la muerte de Stalin, estas influencias culturales internas y externas asumieron una importancia cada vez mayor en la formación de la cultura, la opinión pública y los políticos soviéticos.

Puesto que a finales de los años 1980 el viejo sistema del régimen para moldear las creencias y valores públicos se estaba desmoronando, en los años 1990 las ideologías no comunistas —como la democracia liberal, la fe religiosa y el nacionalismo étnico— revivieron. En el momento de la caída en 1991, una proporción significativa de la población, prácticamente la mayoría absoluta, miró esperanzadoramente al futuro, pero ahora, tristemente, no ven nada en el horizonte y cada vez más frecuentemente echan la vista atrás hacia unos tiempos más prósperos y felices. Ahora esperan y rezaban por un cambio de la corrupción y la pobreza a una vida más centralizada y equilibrada donde todo sea puro y exitoso, como en aquellos viejos tiempos.


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