La escuela cirenaica o cirenaísmo (griego antiguo: Κυρηναϊκοί ; Kyrēnaïkoí) fue una escuela filosófica fundada en el siglo IV a. C. por Aristipo, discípulo de Sócrates, Enárica y la escuela cínica.[1] Su hija, Areta de Cirene, formó a su hijo Aristipo el Joven en el marco de la filosofía hedonista. Se cree que muchos de los principios de la escuela fueron formalizados por Aristipo el Joven.[2] La escuela fue llamada así por Cirene, lugar de nacimiento de Aristipo.
Su doctrina fue bautizada generalmente como hedonismo. Los cirenaicos enseñaron que el único bien intrínseco es el placer, lo que significaba no solo la ausencia de dolor (como sucedió con Epicuro), sino también sensaciones positivamente agradables. De estos, los placeres momentáneos, especialmente los físicos, son más fuertes que los de la anticipación o la memoria. Sin embargo, sí reconocieron el valor de la obligación social y que se podía obtener placer con un comportamiento altruista. Sostuvieron además una teoría del conocimiento escéptica y empirista, donde «las pasiones pueden comprenderse, sí, pero no sus causas».[3]
La escuela se descompuso en diversas ramas que llevaron a algunos a distinguir entre cireneos (seguidores de Aristipo), hegesíacos (seguidores de Hegesías), anicerios (seguidores de Anníceris) y teodorios (seguidores de Teodoro el Ateo). Finalmente, la escuela se extinguió en un siglo y fue reemplazada por la filosofía del epicureísmo.[4]