En la mitología griega, una gorgona —o gorgonas en plural—[1] (en griego antiguo γοργώ, gorgō o γοργών, gorgōn, esto es «terrible» u «horrendo») era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares, desde templos a cráteras de vino, para propiciar su protección. La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí. La gorgona ocupaba el lugar principal del frontón del Templo de Artemisa en Corfú. Se trata de una de las más antiguas expresiones de escultura en un frontón de Grecia, estando fechado c. 600 a. C.
A menudo se utiliza el término en singular, la Gorgona, para referirse solamente a Medusa. Higino es el único autor que se refiere en masculino al Gorgon[2] o Gorgón,[3] como un patronímico para referirse a las gorgonas.[4] Los mitos sobre catasterismos nos hablan de la 'gorgona Aix', que mezcla elementos de la gorgona y la égida.[5]