La Luna no tiene luz propia, sino que refleja la que recibe del Sol. Dependiendo de la mayor o menor iluminación, así será la fase lunar.
Como el albedo lunar es 0,12, esto significa que refleja el 12 % de la luz que recibe del Sol,[1] quedando el 88 % de la radiación solar absorbida, incrementándose al pasar del rojo al violeta, y resultando por tanto que la Luna es más amarillenta que el Sol, aunque pensemos que realmente la claridad lunar es azulada (o conocida como efecto Purkinje).