Pablo de Tarso

Pablo de Tarso

San Pablo, por El Greco (s. XVII, Museo de Arte de San Luis).

Título Apóstol de los gentiles y mártir
Culto público
Canonización Culto inmemorial
Festividad
Atributos Espada, carta o libro
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana y algunas Iglesias protestantes
Patronazgo Roma, Grecia, Malta, Écija, Manta (Ecuador), Meoqui, teólogos y prensa católica
Santuario Basílica de San Pablo Extramuros, Roma
Información personal
Nombre Saulo de Tarso
Nacimiento ca. 5 a 10 d. C.
Tarso, Cilicia, Imperio romano
Fallecimiento ca. 67 d. C. (tradicional)
ca. 58 a 64 d. C. (historiografía moderna)
Roma, Imperio romano
Obras notables Epístolas paulinas

Pablo de Tarso, de nombre judío Saulo de Tarso o Saulo Pablo,[1][2]​ y más conocido como san Pablo (Tarso, Cilicia 5-10 d. C.[3]​-Roma, 58-67[4]​), es llamado el «Apóstol de los gentiles», el «Apóstol de las naciones», o simplemente «el Apóstol».[5]​ Fundador de comunidades cristianas, evangelizador en varios de los más importantes centros urbanos del Imperio romano tales como Antioquía, Corinto, Éfeso y Roma, y redactor de algunos de los primeros escritos canónicos cristianos —incluyendo el más antiguo conocido, la Primera epístola a los tesalonicenses—, Pablo constituye una personalidad de primer orden del cristianismo primitivo,[6][7]​ y una de las figuras más influyentes en toda la historia del cristianismo.[8][9]

Del análisis de sus epístolas auténticas se deduce que Pablo de Tarso reunía en su personalidad: sus raíces judías, la gran influencia que sobre él tuvo la cultura helénica y su ciudadanía romana que —en el decir del libro de los Hechos de los Apóstoles— ejerció, lo que le permitió una reconocida interacción con el Imperio romano. Pablo se sirvió de este conjunto de condiciones para fundar varios de los primeros centros cristianos y para anunciar la figura de Jesucristo tanto a judíos como a gentiles. Sin haber pertenecido al círculo inicial de los Doce Apóstoles, y recorriendo caminos marcados por incomprensiones y adversidades,[a]​ Pablo se constituyó en artífice eminente en la construcción y expansión del cristianismo en el Imperio romano, merced a su talento, a su convicción y a su carácter indiscutiblemente misionero.[10][11]​ Su pensamiento conformó el llamado cristianismo paulino, una de las cuatro corrientes básicas del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico.[12]

De las llamadas epístolas paulinas, la Epístola a los romanos, la Primera y la Segunda epístola a los corintios, la Epístola a los gálatas, la Epístola a los filipenses, la Primera epístola a los tesalonicenses y la Epístola a Filemón tienen en Pablo de Tarso su autor prácticamente indiscutido. Ellas son, junto con el libro de los Hechos de los Apóstoles, las fuentes primarias independientes cuyo exhaustivo estudio científico-literario permitió fijar algunas fechas de su vida, establecer una cronología relativamente precisa de su actividad, y una semblanza bastante acabada de su apasionada personalidad.[4]​ Sus escritos, de los que han llegado a la actualidad copias tan antiguas como el papiro 46 datado de los años 175-225, fueron aceptados unánimemente por todas las Iglesias cristianas. Su figura, asociada con la cumbre de la mística experimental cristiana, resultó inspiradora en artes tan diversas como la arquitectura, la escultura, la pintura, la literatura, y la cinematografía y es para el cristianismo, ya desde sus primeros tiempos, una fuente ineludible de doctrina y de espiritualidad.[13]

  1. Becker (2007). Pablo, el apóstol de los paganos, p. 55: «…solían llevar […] un segundo nombre…»
  2. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 558: «Los judíos de esta época, especialmente en la Diáspora (es decir, fuera de Palestina), tenían dos nombres, uno griego o romano, y otro semítico».
  3. Escuela bíblica de Jerusalén (1976). Biblia de Jerusalén, p. 1803.
  4. a b Fernández, Víctor Manuel (2009). Pablo apasionado. De Tarso hasta su plenitud. Buenos Aires: Ediciones Paulinas. pp. 7-13. ISBN 978-950-861-485-8. 
  5. Penna (2000). Pablo, p. 1800: «[…] suele designárselo en el lenguaje común cristiano solamente como "el Apóstol" por excelencia, aunque él nunca formara parte de los Doce e incluso estuviera en conflicto con alguno de ellos».
  6. Penna (2000). Pablo, p. 1801: «[…] brilla como estrella de primera magnitud [...]».
  7. Guignebert, Charles (1956). El cristianismo antiguo. México: Fondo de Cultura Económica. p. 60. «El genio religioso de Pablo es indiscutible [...]». 
  8. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 557: «Junto con Jesús, Pablo ha sido el personaje más influyente en la historia de la cristiandad».
  9. Vidal García (2007). Pablo. De Tarso a Roma, p. 11: «Obviamente, esa presencia de Pablo en el cristianismo de los orígenes no fue la de un simple testigo, sino la de un actor cualificado y, en varios aspectos, único».
  10. Bornkamm (2002). Pablo de Tarso, p. 89: «Pablo pasa por ser precisamente el apóstol de las naciones. De ningún otro misionero del cristianismo primitivo ha llegado hasta nosotros que apuntase tan lejos y que se propusiese llevar el evangelio hasta los confines del mundo entonces conocido».
  11. Fitzmyer (1972). Las epístolas del Nuevo Testamento, p. 570: «Ante todo era un apóstol, un misionero, un predicador. Sus cartas iban dirigidas a diferentes comunidades y personas con intención de llevar adelante su designio de edificar la Iglesia. Se sirvió del género epistolar como de un medio para difundir su conocimiento del mensaje cristiano y, sobre todo, con vistas a aplicarlo a los problemas concretos surgidos en aquellas zonas que no podía visitar personalmente. Estos problemas le servían frecuentemente como punto de arranque para tratar de manera más amplia y trascendente las verdades fundamentales de la fe y la conducta cristianas».
  12. Theissen (2002). La religión de los primeros cristianos, pp. 300-309: «…cuatro corrientes básicas en el cristianismo primitivo». Las otras tres corrientes de pensamiento podrían esquematizarse escriturísticamente en: (1) el judeo-cristianismo, representado por los escritos derivados de las posturas de Santiago el Justo y de Simón Pedro; (2) el complejo cristianismo sinóptico (que abarca desde el judeo-cristianismo del Evangelio de Mateo hasta el pagano-cristianismo del Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles), y (3) el cristianismo joánico.
  13. Brown (2002). Introducción al Nuevo Testamento, II, p. 557: «Esta amplitud (de su influencia), junto con la profundidad de su pensamiento y la pasión de su compromiso, han supuesto que — desde que sus cartas llegaron a ser parte del NT — no haya habido cristiano al que no haya afectado lo que este personaje ha escrito. Ya conozcan bien o mal a Pablo, todos los cristianos son hijos de él en la fe a través de lo que se les ha enseñado sobre la doctrina y la piedad».


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Pablo de Tarso

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