Sinagoga (del griego antiguo Συναγωγή, pron. Synagôgê, ‘lugar de reunión’; en hebreo: בית כנסת, pron. Beit Knéset, ‘casa de la Asamblea’) es el nombre del lugar de culto del judaísmo.1 Por extensión designa también al judaísmo en su conjunto, de la misma forma que «Iglesia» representa al cristianismo.[3] Cabe notar que la palabra Synagôgê es la misma que en el Nuevo Testamento, donde se traduce como ‘iglesia’. Esta palabra en hebreo también aparece en la versión griega del Antiguo Testamento, en la cual se traduce como ‘congregación’ o ‘Asamblea’.
Se trata de un sitio de oración y estudio, pero también de reunión, diálogo e interpretación de la Torá, de ahí su nombre hebreo: 'Casa de la Asamblea'.
Aunque se poseen pocos datos acerca del origen de las primeras sinagogas, posiblemente ellas se remonten a tiempos posteriores a la división de los dos reinos hebreos (Judá e Israel, 930 a. C.), o pueden haber tenido su origen luego de la destrucción del primer Templo de Jerusalén (587 a. C.) y durante el cautiverio judío en Babilonia (586-537 a. C.).[4] El número de sinagogas creció al establecerse la lectura pública de la Torá. En el año 70, en el momento de ser sitiada y destruida por las legiones de Tito, Jerusalén contaba con unas 400 sinagogas.
En sus comienzos, no siempre se trataba de edificios construidos específicamente para el culto; cualquier local podía hacer las veces de lugar de reunión, pero con el tiempo se utilizaron grandes edificios destinados expresamente a ser sinagogas.
Estas sinagogas antiguas estaban administradas por un notable o un consejo de tres notables. La explicación del texto sagrado se reservaba a un rabino o algún fiel versado en el conocimiento de la ley mosaica (es decir, transmitida por Moisés).
Generalmente las sinagogas están orientadas hacia Jerusalén. Al fondo se halla un armario o tabernáculo, el arca sagrada (Hejal en la tradición sefardí o Arón HaKodesh en la tradición asquenazí), que contiene los rollos de la ley (Torá).
Ante el tabernáculo pende una lamparilla que arde constantemente en recuerdo de la luz perpetua (Ner Tamid) que brillaba en el sagrado Templo de Jerusalén. Un candelabro, por lo general de siete lámparas en línea, evoca el célebre candelabro, la Menorá del Templo. Una mesa de pupitre, colocada sobre una plataforma llamada Tebah en la tradición sefardí (Bimah en la tradición asquenazí), hace las veces de altar; sobre ella se lee la santa Torá. En las sinagogas sefardíes, es allí donde se detiene el oficiante. En las sinagogas asquenazíes, el oficiante se coloca detrás de un atril llamado popularmente "Amud", situado a un lado del arca sagrada o bien frente a ella.