El término sinecismo o sinoicismo (en griego antiguo: συνοικισμóς, synoikismós, literalmente «cohabitación») alude en la Antigua Grecia a un proceso histórico de unión de dos o más núcleos de población, tanto desde el punto de vista físico como jurídico, formando una polis ya existente o bien creando una nueva.[1] Los motivos que daban lugar a un sinecismo podían ser: la dominación de un territorio por una ciudad más poderosa (caso del Ática por Atenas), el fortalecimiento de la situación económica y financiera de una ciudad, las necesidades urbanísticas o las necesidades militares.[1]
Esparta nació mediante el sinecismo de cinco aldeas en el siglo VIII a. C.[2] Siguiendo la historiografía griega, el sinecismo es un proceso gradual continuo, en tanto que para las fuentes clásicas helenas se trata de actos fundacionales llevados a cabo por una única persona, como Teseo en el caso ateniense.
En los albores de Roma el sinecismo de las aldeas cercanas al río Tíber se produjo por diversos motivos.[3] Los romanos lo practicaron igualmente en los ámbitos provinciales, en este caso avecindando en una misma ciudad a los pobladores autóctonos y a nuevos grupos de colonos latinos o romanos. Siguiendo la historiografía griega, el sinecismo es un proceso gradual continuo, en tanto que para las fuentes clásicas helenas se trata de actos fundacionales llevados a cabo por un héroe mítico, como Teseo en el caso ateniense.[4] Otros casos típicos de sinecismo fueron la unificación de Rodas (411-407 a. C.)[4] y la creación de Megalópolis (368-367 a. C.).