La transferencia de paneles pintados tiene por objeto conservar una pintura inestable por causa de un soporte deteriorado, carcomido por gusanos o agrietado, transfiriendo el lienzo a un tablero nuevo. Es una técnica practicada desde el siglo XVIII, que ha ido cayendo en desuso al lograrse mejoras en los métodos de conservación de la madera.[2]
La técnica evolucionó en Nápoles y Cremona entre 1711 y 1725, y llegó a Francia a mediados del siglo XVIII.[3] La mayor difusión la tuvo durante la segunda mitad del siglo XIX. Se utilizaron técnicas similares para transferir frescos. Las pinturas al óleo sobre tela reciben habitualmente un soporte adicional, o se transfieren a una nueva base.