El vegetarianismo es el régimen alimentario que tiene como principio dejar de consumir cualquier tipo de carne. Con frecuencia, la dieta vegetariana no se reduce únicamente a la nutrición, ya que es probable que también se adopte una actitud y un estilo de vida que rechaza otras formas de utilización de los animales para producir bienes de consumo o para la diversión humana.
Dentro de la práctica vegetariana hay distintos tipos y grados. Quienes no admiten ninguna ingesta de productos derivados de los animales (como el huevo, los lácteos o la miel de las abejas) son denominados veganos, vegetarianos estrictos o vegetarianos puros. Aquellos que sí consumen leche se conocen como lactovegetarianos, aquellos que consumen huevos son denominados ovovegetarianos, y si consumen ambos productos, ovolactovegetarianos. Finalmente, quienes solo se alimentan de fruta practican el frugivorismo. En la dieta vegetariana sí se acepta la cocción de los alimentos y el consumo de productos refinados (los más comunes son el azúcar y la harina), además de pastas blancas, frituras y alimentos en conserva o a los que se le han añadido colorantes o conservantes. Esto lo diferencia de otros tipos de dietas, como la macrobiótica y la naturista.
Las dietas vegetarianas correctamente planificadas son saludables y nutricionalmente adecuadas.[1] Diversos estudios poblacionales sugieren que estas dietas están relacionadas con menor incidencia de obesidad, enfermedad coronaria, hipertensión y diabetes tipo 2, lo que parece ser atribuible no solo a la dieta sino también al estilo de vida de los vegetarianos.[2] No obstante, la deficiencia de ciertos nutrientes en estas dietas, en especial la vitamina B12, puede anular estos beneficios para la salud.[3][4] La deficiencia de vitamina B12 puede provocar trastornos neurológicos, alteraciones vasculares tempranas y un aumento del riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con la ateroesclerosis, entre otros.[4][3] La única forma de evitar esta deficiencia en personas que hacen dietas vegetarianas es mediante la toma regular de suplementos o alimentos fortificados con esta vitamina.[4][5] En el caso de los lactantes y niños, dadas las limitaciones nutricionales de estas dietas, se debe vigilar el aporte de energía y ciertos nutrientes (calcio y vitaminas D y B12).[1] Un meta-análisis realizado por Bella et al. en 2016 señaló que la eliminación completa de las proteínas animales no muestra ningún efecto en la disminución de cáncer de mama, colorrectal y de próstata.[6]
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no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas ADADC2003
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no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas RizzoLagana2016