El yin y el yang (en chino, 阴阳; pinyin, yīnyáng; literalmente, ‘oscuro-brillante’) son dos conceptos del taoísmo, que son usados para representar o referirse a las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, pero interconectadas, que se encuentran en todas las cosas; y que esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.[1]
Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista. En este sentido, la categorización solo lo sería por conveniencia. Estas dos fuerzas, yin y yang, serían la fase siguiente después del tao, principio generador de todas las cosas, del cual surgen. Así, el Taoísmo sugiere que el Yin y Yang no existen por separado, sino que forman un todo completo y armónico. La idea es que, en lugar de verlos como opuestos absolutos (dualidad), debemos verlos como dos aspectos de un mismo todo (de no dualidad) que están interconectados y forman un todo completo y armónico al tener su origen en el Tao.
Esta doctrina es fundamental dentro de la medicina china tradicional.
- ↑ Gran enciclopedia Larousse (página 11710). Madrid: Planeta.