Epitadeo fue un éforo espartano del siglo IV a. C., a quiense atribuye una retra (ley) sobre el patrimonio, cuya autenticidad es discutida.[1] El cambio legislativo habría tenido lugar hacia el año 400 a. C..
Epitadeo es mencionado por Plutarco quien, en su biografía del rey espartano Agis IV, escribe:
Un hombre influyente, de carácter audaz y afanoso, devino éforo; se llamaba Epitadeo. A raíz de una querella con su hijo, editó una retra, que permitía la donación intervivos, o legar mediante testamento al ciudadano, su dominio privado y su lote de tierra a la persona de su elección.[2]
La ley puso fin a la inalienabilidad de los lotes de tierra (kleroi) y autorizó las ventas disimuladas, permitiendo así a los espartiatas más ricos acrecer su patrimonio en detrimento de los más pobres. Un pasaje de la Política de Aristóteles alude a la retra, pero sin la mención a Epitadeo, y critica las desigualdades: «ha sido mal regulado por las leyes: el (sc. legislador) ha vuelto deshonroso (o kalon) comprar o vender (la tierra) que se posee y tenía razón; pero ha concedido a los que lo deseen el derecho de donar o de legar; ahora bien, que se trate de una manera o de otra, el resultado es el mismo».[3]
Aunque los historiadores no parecen discutir su existencia, la reforma que se le atribuye es problemática. Confirma a contrario sensu un modelo espartano que habría sido perfectamente igualitario en la época clásica, modelo que la investigación histórica actual tiende a criticar. El aflujo de oro y de plata no había provocado desigualdades más que en los bienes muebles. En tanto que los patrimonios (oikoi) subsistían y que el padre legaba su kleros a su hijo, no era demasiado grave.
Se presentó un argumento serio contra la autenticidad de la retra de Epitadeo: en su sucesión al trono, Agesilao II donó a su familia materna la mitad de los bienes de su padre, lo que supone la libertad de legar o de donar. Pero, aunque parezca difícil situar la retra de Epitadeo antes del reinado de Agesilao, este caso particular no permite asegurar que existiera ya una libertad total de donar o de legar. De todas, maneras, esta libertad debió jugar un gran papel cuando los numerosos muertos en 371 a. C. de Leuctra (400 de 700) o 40 años después los de la Megalópolis (una sexta parte de las tropas alistadas) dejaron a a muchos padres privados de hijos y deseosos de legar sus bienes recibiendo una contrapartida.