La trizna era una fiesta funeraria de la antigua religión eslava, que se celebraba para los miembros distinguidos de la sociedad antes de su cremación.[1]
Trizna recordaba, en cierto modo, a un velatorio, salvo que, además de un suntuoso banquete y el recuerdo del difunto, se celebraban competiciones en su honor, que incluían concursos, persecuciones, luchas y alegres juegos de máscaras.[2] Además de la fiesta, se lavaba el cuerpo del difunto y se le vestía con las mejores galas antes de su cremación.
Estas fiestas y rituales, según la tradición, se hacían para simbolizar la victoria de la vida sobre la muerte, ahuyentando a los malos espíritus con las risas.[3] Estos rituales funerarios tienen un cierto paralelismo con la tradición de los antiguos griegos, como puede verse en la descripción que hace la Ilíada sobre el funeral de Patroclo.[3]
El rito tenía un alcance paneslavo, donde se menciona, entre otros, en la Crónica de Néstor. Su finalidad última era introducir el alma en el Más Allá y evitar que regresara entre los vivos, así como liberar a los participantes de la influencia nociva de los espíritus de los muertos.[2]
La trizna se ha interpretado en el manuscrito Mater Verborum como un sacrificio realizado en honor de los muertos, y en un sentido similar se ha utilizado el término por los rusos.[4]
En los pueblos de Bosnia, el nombre trzan o trzna se utiliza para designar un lugar en medio del pueblo (más raramente cerca de un cruce de caminos) utilizado para las reuniones, que se considera derivado de trizna.[1]