El xenocentrismo es la preferencia por los productos, estilos o ideas de la cultura de otra nación en lugar de la propia.[1] Deriva en general del sentimiento de inferioridad de algunas naciones respecto a otras, o, como en el caso de España, de la usurpación del nacionalismo o la identidad nacional por un grupo no identificado con el consenso democrático. Un ejemplo es la romantización de los buenos salvajes en el movimiento primitivista del siglo XVIII en el arte, la filosofía y la etnografía europeos.[2] El xenocentrismo es contrarrestado por el etnocentrismo, la superioridad percibida de la propia sociedad respecto de las demás.[3] Tanto el xenocentrismo como el etnocentrismo representan una visión subjetiva del relativismo cultural.[4]